Cómo todos los días, por más que tú y Guinevere insistan en que lo hago de mal humor. [Entorna los ojos, aunque está tratando de mostrarse tranquilo porque... no estás bien y le preocupa] De ahí llevamos al rebaño a pastar. Guinevere se quedó en la herrería. Una de las cabras se atoró en unos arbustos y fuí a sacarla. Cuándo alcé la cabeza estaba aquí.