[Él tiene Sentimientos Conflictivos respecto a su maestro.][Sonríe apenas, recordando.]
Todo. Los faroles como columnas misteriosas, los edificios desvaneciéndose a medias en el aire, una ventana flotando solitaria en medio de un parche sin niebla, las carretas un ruido y una sombra pasajera.
Pero, mayormente, miraba a las personas. Personas caminando, viviendo, apareciendo y volviendo a desaparecer devoradas por la niebla. Era una especie de juego, supongo. [Te sonríe un poco, como a su pesar.] Adivinar si lo que lograba ver era la realidad detrás de la niebla. Si la figura alta era una mujer esbelta o un hombre con sombrero, si el eco de los pasos sobre los adoquines era un perro alejándose de su dueño o un niño intentando regresar a casa.
De la niebla, creo, aprendí casi tanto como de mi instructor.