[Gruñe bajito, y acaricia un poco tu hombro con su pulgar, con aire ausente. Tiene que agradecerle a esa amistad entonces que no hayas sido criada por un nazi torturador... Reprime un estremecimiento, imaginando que de ser así, tal vez se hubieran conocido en circunstancias muy diferentes. Mejor no pensar en eso.]
Me alegra que haya sido él. Te quería. [Eso es obvio.]