... cuándo llegué al cementerio, no es que-- quiero decir, era un bebé. Imagino que ya respondía a mi nombre, pero todavía no hablaba. Y los fantasmas de mi familia biológica-- ya habían hecho mucho, alejándose de sus cuerpos, de la escena del crimen, para seguirme, y pedirle a mis padres que me cuidaran. No creo que fuera prioridad decirles el nombre del bebé, sino sólo asegurar que fuera a ser cuidado.
Pero un bebé necesita un nombre. Y mi mamá-- bueno. Siempre dijo que 'nadie tiene unos ojos tan bonitos como los tuyos'.