Alma Mater

Se encontraba de nuevo en la azotea del instituto que supuestamente eran sus amigos. Lo cierto era que si no fuera porque Lenalee le obligaba a convivir con esos dos individuos no les dedicaría ni un segundo de su día.

Pero el problema de hoy no eran esos idiotas, sino lo que tenía en la pantalla de su móvil. Esa aplicación rosada no le gustaba para nada. Y lo peor era que Lenalee estaba sumamente emocionada porque todos la probaran juntos. A veces la obsesión de la chica con el supuesto de que todos eran familia le causaba más problemas de los que le gustaría. Sólo que este no era un problema común y corriente.


No puede evitar un tic en el ojo mientras aprieta los dientes.

Esto tenía que ser una jodida broma.

Menudo rollo. No le gustaba nada salir del colegio una hora antes que sus hermanos, por más que esos fueran los horarios de las clases de primaria. ¿Por qué no podían salir a la vez? Ahora tenía que esperar hasta que llegaran para comer todos juntos. En fin.

Juguetea con los cubiertos de la mesa del comedor, mientras balancea sus piernas bajo la silla, todo para entretenerse mientras su abuelo termina de preparar el almuerzo. Ojalá que hoy no se demoraran demasiado en el camino.



[Cerrado para Lavi, Deak y Junior]

Algunas veces quería pensar que estaba aquí por elección propia a diferencia de la gran mayoría de los que habitaban ese lugar. Pero sabía que no era así.

No tenía vocación de médico, mucho menos de psiquiatra. Pero sus padres parecían tercos con tener una fina colección de doctores en su familia luego de que su padre fue totalmente brillante en su trabajo con los enfermos que mucha gente simplemente abandonaba, por fastidio o por miedo. Él no tenía eso, como ya había dicho, pero no había podido zafarse del deseo de sus progenitores.

Era por eso que estaba ahí, haciendo su especialidad, sin poderse llamar médico en realidad al no tener un interés genuino. Si no hubiese sido por influencia de su padre, tal vez ni siquiera podría trabajar en ese lugar.


Mientras camina por los pasillos del viejo edificio, se dedica a revisar los expedientes de los pacientes que debía de visitar hoy, a pesar de que sabía que tenía que poner algunos al día. Si al menos tuviera el control de todos ellos podría tomar en cuenta sólo sus anotaciones, pero aún estaba bajo supervisión, cosa que le jodía bastante. En cualquier momento alguien podría aparecer mientras estaba con un paciente, aunque quizá debería de estar agradecido por eso.

Así podría mantenerse a raya. No, en realidad, eso no era suficiente. ¿A quién engañaba? Nunca podría ser como su padre. No teniendo los problemas que sólo él sabía que tenía. Porque, si se llegaban a enterar de lo que pasaba por su mente, de lo que sentía, estaba seguro de que lo encerrarían ahí también. Muy probablemente en el cuarto de aislamiento. El sólo pensamiento le hacía sonreír cínicamente.