[No pensó que realmente funcionaría. Todo ese asunto de los deseos de cumpleaños siempre había sido una linda, divertida y a veces cruel creencia y sobre todo un juego, en el que había dejado de participar hace años. Esta vez, sin embargo, se permitió pedir algo, un poco porque Harry lo había motivado (
"¿Qué tienes que perder?"), y mucho porque por primera vez había algo que realmente quería--que también estaba fuera del umbral de lo posible. (Aunque, ¿qué contaba como imposible en su vida?)
Al final, pidió aquel deseo sin esperar nada realmente, pero con una sonrisa--y un poco de nostalgia--en su rostro y enorme fue su sorpresa cuando la mañana siguiente se encontró con que su deseo se había cumplido.
Estaba en Nadalandia de nuevo.
Todo tenía un truco, claro, y después de un momento se dio cuenta que había despertado con un post-it pegado en el pecho que decía:
Oferta de cumpleaños válida sólo por unos cuantos días.
El número de días se deja reservado a criterio de la gerencia.
No tuvo ni ganas de indignarse ante lo poco específico de su regalo porque un poco era mejor a nada, y dado que no había pensado que era posible--no iba a quejarse, no realmente.
Con una sonrisa brillante en su rostro se dispuso a buscar a aquellos que había extrañado tanto...]