[Toma el alcohol y hace un gesto con la cabeza en agradecimiento, que no se diga que no tiene modales. Bebe un poco y habla.]
Antes de que llegaran los humanos ya habían demonios, tan viejos como el mar y los árboles. Estas eran mis tierras, ya te lo he dicho. Era el señor de las tierras del Oeste, un rey como debe ser. Los humanos llegaron mucho después a poblar las faldas de mis montañas, a disputarse tierras que nos les pertenecían. No solo acabaron con los demonios, si no que también con los bosques. Siempre quieren más, son tan despreciables...
De pronto me vi sin súbditos, sin castillo ni reino. Acorralado en esta montaña, rodeado de pueblos humanos. ¿Esperabas que no defendiera este pedazo de roca que me queda?