Fic: Gata de Papá (Canon: Post-Nadalandia, 2013) Título: Gata de Papá Canon: Post-Nadalandia Año: 2013
Hal siempre supo que Sophie sería más parecida a Adamska que a él.
Pudo ver la primera similitud después del parto, cuando se la presentaron limpiecita y ya pudo diferenciar entre sus dos hijos una vez que estos dejaron de estar cubiertos de sangre, al notar la espiral de finísima pelusa rubia cubriéndole la cabeza.
Pero confirmó sus sospecha apenas notó que se movía diez veces más que su tranquilo hermano e hizo la conexión - todo el tiempo, durante el embarazo de Adamska, todas esas patadas en el vientre... la mayoría debían haber sido de ella. Más aún cuando notó que Mikhail sólo se tranquilizaba al llorar si lo abrazabas, pero Sophie prefería que la sostuvieras de pié en el aire y la mecías suavemente de arriba a abajo.
Y dios, cómo la amó. Su nena. Por supuesto que amaba a Mikhail con todo el corazón también, no era exactamente una cuestión de favoritismo. Pero sí sentía que había (desde ya) un lazo especial con su niñita, diferente del que había con su chiquito, por el que sentía el amor que uno siente con quienes son parecidos a tí.
Sophie, sospechaba, iba a ser más complicada de criar. Más activa y de carácter indómito. Y ya podía casi verla, con edad apenas para caminar y Adamska pasándole un revólver descargado para que jugara. Temió por ella (y por las peleas que inevitablemente tendría con su esposo al respecto - lo conocía demasiado bien).
Iba a tener tiempo, meses, tal vez algunos años, para aprender a enseñarle a encauzar toda esa energía. Por el momento, le gustaba sentarse a mirar a sus dos bebés, Mikhail muy quieto y con los ojos muy abiertos, mirando el móvil sobre la cuna; y Sophie a su lado, contenta pero agitando los bracitos y haciendo pequeños sonidos.
... Su tranquilidad al observarlos se iba al diablo cuando se ponían a llorar a dúo, por supuesto. Pero algo sucedía: No importaba cuál hubiera empezado a llorar primero, pero siempre terminaban haciéndolo a un tiempo. Y para que se calmaran, debías calmar a los dos. No parecía ser solamente el llanto por osmosis que se podía ver (Hal sabía) en las guarderías. Los mellizos simplemente no parecían soportar que el otro estuviese sufriendo. Y si ponías a los dos muy separados en la cuna, Mikhail se veía claramente angustiado... pero era Sophie la que intentaba (débilmente y sin embargo con toda la tozudez del mundo) acercarse a su hermano. Y sólo al dejarlos muy juntos, el uno con el otro, estaban realmente en paz.
A Hal no le gustaba mucho la idea de imponer roles desde antes que los mellizos supieran hablar siquiera, pero tenía toda la pinta de que Sophie se tomaba muy en serio su papel de hermana mayor. Y eso le llenaba el pecho de un orgullo que no sabía explicar del todo.
La idea de que su primogénita fuese a usar su intenso carácter para proteger era ciertamente una que le parecía muy bonita.