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Solsticio de Verano | Todas partes
[El incesante ciclo gira sobre su rueda sin descanso. Verano, otoño, invierno, primavera, verano. Hoy es solsticio una vez más, el día más largo del año. Desde el amanecer las horas se extenderán largas, doradas y cálidas, y la jornada parecerá no tener fin por un momento, suspendida por una pequeña eternidad en un suave y perezoso crepúsculo carmín, antes de dar paso a una noche casi igualmente luminosa y llena de estrellas. Desde aquí los días comenzarán a menguar otra vez, y las noches se harán más oscuras y frías, una ley de la naturaleza que incluso Nadalandia sabe respetar (la mayor parte del tiempo).

No es de sorprenderse que el peculiar y radiante culmen que marca esta fecha no haya pasado desapercibido para un millar de culturas terrestres a lo largo y ancho de los multiversos. Presente en primitivos y sofisticados calendarios, el día eterno no sólo era una referencia astronómica para marcar el fin o inicio de los ciclos de cultivo o de las migraciones de las manadas, sino que también solía ser considerado un importante momento espiritual: algunos creían que, durante los solsticios, la conexión con sus dioses era mucho más fuerte.

Seas tú partícipe de creencias similares o no, hoy al amanecer quizás te despierte el eco de gritos y rugidos tras unas lomas no demasiado lejos de la mansión. Si eso no lo hace, entonces es probable que el único, cegador y poderoso rayo que cae súbitamente a tierra lo haga. Pero una vez mires por la ventana el cielo ya se habrá despejado otra vez, y el enorme y resplandeciente astro rey estará saludándote como si nada extraño hubiera pasado. Todo en calma y silencio.

Más tarde, cuando salgas a disfrutar del clima (o quizás a hacerle una ofrenda a tus dioses), podrás notar en lo alto de una colina un árbol que estás seguro no estaba ayer ahí. Un pino, para ser más precisos. Si te acercas, encontrarás prendida en su tronco una breve nota:]