Si bien el ser juzgado es un componente importante a la hora de callar una opinión, tampoco hay que olvidar el ser ignorado. O que jueguen la carta "pero tú no estás muy activa" en tu contra y te invaliden. Al final uno termina prefiriendo aceptar lo que hay, y si las cosas se ponen desagradables, irse. Total, nadie nos obliga a quedarnos, y si no nos gusta, las puertas están siempre abiertas para marcharse.