Fujur Preux (fujurpreux) wrote in mansion_fan, @ 2011-08-01 15:04:00 |
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Drabbles
Diez (10) drabbles con algunos de mis musos interactuando en combinaciones elegidas tirando dados (excepto la de Chi y Pato, que la pidió Shiri).
Me encantan los de Lilo. El de Harry y su Alter me sigue dando risa porque justo los dados repitieron el número con el personaje con el que sí podía hacerlo.
Todo está G-rated y de 100 palabras cada uno.
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Lilo entró a la base Autobot llevando en las manos un reproductor de mp3 cargado con música de Elvis. (Lilo había renegado al principio; purista como era prefería los LP, pero aceptó porque así podría cargar con toda la discografía del Rey en su bolsillo.)
Avanzó con paso firme hasta la sala donde Optimus Prime solía trabajar en su origami. Se aclaró la garganta y entró en cuanto él la miró.
-El plan de Mushu falló -dijo la pequeña orgánica acercándose a conectar la salida de audio del mp3 en Prime-, pero hoy sí te vamos a devolver el ritmo.
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No era la primera vez que Chi la perseguía en su forma de pato. Tamaki y Kyouya regañaban a la gata con frecuencia, pero lo olvidaba tras unos días. Pato estaba segura de que no era personal; también lo hacía con Remy. Saber esto no la hacía sentir nada mejor, y mucho menos ahora que casi podía sentir sus garras en la cola.
Tendría que haber alguna manera de lograr que Chi recordase que Pato no era comida. Mientras tanto, ella seguiría subiendo las escaleras con rapidez mientras rogaba que Fakir estuviera en su habitación. Y que la puerta estuviera abierta.
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-Entiendo que eres abogado, Justice -dijo Alucard.
-Entiende usted bien -respondió Apollo con su mejor cara de poker. Este era el tipo de personas que querría a kilómetros de Trucy. Pero también era el tipo de personas con razones para buscar abogados. Oh, su profesión.
-Necesito hacer una consulta. Nombra tu precio, puedo pagar.
-Antes de decir nada, debo advertirle no sólo que las leyes de un país a otro son muy diferentes, sino que aquí en Nadalandia no existen como tales.
-Oh, pero mi interés es general. Y como dije, puedo pagar.
Y así fue como Apollo terminó como asesor legal de un vampiro.
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-Serías un buen prospecto para mi hermana -dijo Lilo en tono de negocios- si no tuvieras novio.
Jack Harkness rió.
-Lo siento, pero gracias por la confianza.
-Está bien. Además en Nadalandia hay muchas opciones.
-¿Tienes pensado alguien?
Lilo sonrió ampliamente.
-¡Conrad! ¡Es un gran tipo! ¡Y le encanta Elvis! ¡Sería el mejor cuñado del universo! ¿Cómo sigue soltero?
-Creo que eso nadie lo entiende. ¿Pero lo has hablado con él?
-No, pero voy a hacerlo. Aunque tengo que pedir su mano primero a sus hermanos.
Jack volvió a reír fuerte. De ahí iría directo a desempolvar su equipo de espionaje. Esas eran reuniones que no querría perderse.
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Molly sabía poco del mito artúrico, pero cualquiera con media neurona reconocería los nombres de Merlín y Arthur. Aunque imaginaba al mago menos. Joven. Flaco. Menos... orejón.
-¿Sí?-preguntó Merlín cuando se dio cuenta que lo miraba.
Molly sacó su mejor sonrisa de "nada que ver aquí".
-Nada, sólo pasaba.
-¿Amiga de Morgana?-preguntó Merlín como si eso lo explicara todo.
Y la triste verdad era que sí. Eso lo explicaba todo.
(Molly también sabía sobre Morgana, pero era demasiado genial para creer que no torció alguien su historia, viendo cómo fueron los siglos anteriores.)
Sin embargo, el gran misterio era: ¿qué le vió Morgana a Merlín?
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Molly seguramente habría pedido un pony a sus padres de no estar tan entusiasmada por las carreras. Más tarde, se quedó sin nadie a quien pedirle uno de haber querido, y para cuando tenía quince, los consideraba los ponies como una bobería. O eso creía.
De pronto, estaba de pie ante uno. Con alas. De colores pastel. Se habría sorprendido más (o habría mostrado estar más sorprendida) si esto no fuera Nadalandia. Así como estaban las cosas, sólo le quedaba armarse de valor para acercarse y tratar de acariciar a Fluttershy.
Porque sí necesitaba valor para hacerlo, sobre todo en público.
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Era un sueño. No podía ser agradable. Pero lo que Harry más detestaba cuando se daba cuenta que no podría obligarse a despertar cuando tenía al idiota de su Alter enfrente, ofreciéndole una copa de vino que Harry tendría todo el gusto de rechazar.
-¿Qué quieres? -preguntó Harry.
-Lo que tú, desde luego.
Harry no se dignó a responder.
-Dame una oportunidad -continuó el Alter- y un poco de tiempo y puedo conseguirte a las dos. A Susan y Karrin. Serían un trío feliz.
Mentira. Lo que más detestaba era cuando este imbécil le ofrecía algo que a Harry le gustaría no tener que rechazar.
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-¿Puedes poner mi tema musical en partitura si lo tarareo? -preguntó Fenomenoide aunque sabía que Nodame era más que capaz de ello.
-¡Sí puedo! Pero a cambio tienes que aprenderte ¡la Canción del Pedo!
-¡Pídeme algo más difícil! Esa ya me la sé.
-¿En serio? ¿Y por quéeeeeeeee nunca la hemos cantado?
-No me lo habías pedido. Aunque tengo una mejor idea: ¡Podemos cantarla todos los Nadalandiandienses juntos!
-¡Suena maravillooooooooso! ¿Pero cómo hacemos para eso?
-Tú déjamelo a mí. Ahora, mi partitura. Después le pido a Chiaki que la arregle para orquesta y la dirija.
-Ojalá no te vaya a matar mucho.
-No te preocupes, soy de chicle.
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Claro que lo primero que le vino a la mente al Master en cuanto vio a Fluttershy fue tratar de encontrar la manera de utilizar semejante criatura para conquistar Nadalandia. O cuando menos para fastidiar al Doctor, lo que pasara primero.
Por lo que había observado, muchos Nadalandienses eran débiles a las cosas lindas. Era increíble la cantidad de gente con grandes poderes que caía dentro de esa categoría. De ahí que decidiera que no le vendría mal reclutar al pequeño pegaso como su asistente.
Con lo que no contaba era que el animalito tuviera como defensa una mirada así de fuerte.
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A veces, mirando a los Transformers, Apollo se preguntaba si aparecería el Nickel Samurai. Eso haría feliz a Trucy. O al señor Wright, si siguiera ahí (ojalá aun lo estuviera; tenía muchas ganas de golpearlo. Por él mismo, por Trucy. Incluso por el señor Edgeworth). Pero en fin, mejor no perder el tiempo pensando en estas cosas y seguir maravillándose de la enorme cantidad de tics que tenían estos robots del espacio.
De vez en cuando, tenía ganas de preguntar cómo había evolucionado en ellos todo ese lenguaje corporal. Porque, de verdad, serían magníficos testigos en cualquiera de sus casos.