[Te sonríe, más tranquilo, pero su expresión se congela al notar cómo nuevamente con el frío de la nieve su piel, la imagen a su alrededor cambia. Involuntariamente le da un apretón a tu mano.
Es otra vez el jardín de flores de aquella tierra que hablan las leyendas. La tierra santa donde dos personas están pronto por despedirse.
"...Mi querido amigo, Sir Bedivere, buenos días. Lamento hacerte esto apenas despiertas, pero no tenemos tiempo que perder. He de pedirte algo cruel, como siempre." Le pregunta si aún es capaz de seguir luchando, a lo que él responde que sí.
"Entonces, ten un regalo de despedida. Pondré un hechizo sobre ti para que no descubran quién eres, ¿por qué? Porque si te descubren, intentarán detenerte antes que puedas llegar con el Rey. Debes lograr la audiencia con Su Alteza sin importar qué."
"Es un viaje muy, muy solitario. Pero estás acostumbrado a eso, ¿verdad? Has viajado lo suficiente para que alguien pueda perder la razón.
Volveré a preguntarte, ¿quieres darle fin a tu misión?"
El recuerdo se empieza a desvanecer, pero aquel caballero exhausto se levanta, respondiendo.
"...Por supuesto. Mi mente... mi voluntad... se mantienen leales a mi Rey."]