*Se había vestido adecuadamente, había metido en su mochila varios libros que pensaba que serían útiles e incluso había traído pasteles para causar buena impresión, ¿y todo para qué? Para que al abrir la puerta el hermano mayor de su ahora oficialmente alumna lo recibiera. Sí, ese hermano que lo había estado llamando toda la semana pidiéndole explicaciones de por qué su preciosa e inocente hermanita tenía su teléfono. El tercer grado comparado con el interrogatorio al que lo estaba sometiendo se quedaba corto. Muuuuuuy corto.*