*Y por fin sonó la campana. Suspiró aliviado porque se moría de ganas por probar la fiambrera con yakiniku que se había traído de casa, incluso ya podía notar el olorcito del obento, pero luego recordó que al ser el último en salir a la pizarra le tocaba ir a limpiarla para la próxima clase según las normas del instituto. Qué remedio. Le hace una señal a sus amigos para que se vayan adelantando mientras él acaba sus tareas. Su almuerzo tendría que esperar.*