*Gime acalorado, tapando parcialmente su boca con el antebrazo. Esa mano se sentía sorprendentemente muy distinta en su pecho, aquellos movimientos le proporcionaban un placer nuevo y hasta ahora desconocido, más bien delicado, porque cuanto más cuidado era con sus dedos, más disfrutaba.
Esto le hacía ver que no sabía mucho de las mujeres en general y nunca se había parado a pensar que unos simples masajeos en el pecho podrían ser para las chicas algo tan increíble.*