[Mira a un lado, dispuesto a asesinar a quien se haya atrevido a hablarle en esas condiciones. Lo primero que ve es alguien cubierto por una manta, pero luego se da cuenta de quién se trata]
Ah. Eres tú.
[Masculla una maldición entre dientes. Aún no podía reconocer a nadie por su voz, así que no podía evitarlos, joder. Mira su soba ahí nada más. Tenía la excusa perfecta para levantarse e irse considerando que se había quedado sin cubiertos. Resopla]