[Había seguido los movimientos de Alma atentamente, algo sorprendido porque dejara que el moyashi le tocara cuando sabía que le incomodaba hablar de eso. Por primera vez, le gustaría recordar otra cosa de lo que había pasado que no fuera que el viejo le había regañado más que nunca en su vida, que el hermano mayor de Alma le había gritado histéricamente y que se había manchado de sangre también porque estaba tan nervioso y asustado que no sabía qué hacer más que limpiar la sangre con su ropa hasta que apartaron a Alma de él. Estúpido moyashi, tener que traer algo que estaba seguro que había olvidado.
Pero ese enfado es poco comparado con verles acariciarse el rostro así, como si compararan las cicatrices con los dedos. Joder, ¿de verdad era necesario dar ese espectáculo? Si el conejo se había puesto como loco con eso de la cocina, seguro que ahora estaría a punto de correrse. Y eso no le hacía ni puta gracia]