*Exclama cuando su novio cae rendido en el sofá. Finalmente había perdido el envite que él mismo propuso en un principio, como todos los demás esperaban, y Kanda parecía más que satisfecho con eso. Enano del carajo, no quería saber nada si luego su padre descubría que había estado bebiendo como un cosaco.
Se pone frente a él y su primera intención es zarandearlo para ver si de esa forma se espabila, pero luego recuerda que si lo marea más de la cuenta puede acabar con su preciosa ropa de moda manchada de bilis. Así que sólo le retira el vaso, poniéndose a su lado para servirle de apoyo. Ahora hasta se sentía mal por haber visto con buenos (y sucios) ojos la escenita de la cocina. Tanta cabezonería, al final acababa por pasarles factura.*