[Ese niño. No sabía cómo decirle nada. Era la primera vez que se sentía intimidado por uno de sus pacientes.
Es decir, se había enfrentado a ese conejo bastardo, al que incluso otros doctores temían y, más que intimidarle, sólo había logrado que quisiera pelear aún más.
Así que era difícil de creer que era un niño quien le hacía sentirse nervioso, aún sin hacer prácticamente nada más que sonreír alegremente y platicarle cómo estaban las cosas en el lugar de donde venía. Pero tenía que tomar valor de alguna forma]