[Estaba sonriendo, tal y como lo hacía cuando escribía esa carta para el conejo con los crayones de colores. Recordaba las otras consultas cuando lo había visto antes, esas veces que tomaba el control del cuerpo del conejo. Siempre le veía asustado y temblando, no confiaba en él en lo absoluto y se conformaba con abrazarse a sus propias piernas y contestar con voz apenas audible a sus preguntas.
Era tan diferente ahora. Parecía tranquilo, tanto como para hablarle animadamente y no evitarlo.
Lavihiko. Ella seguía siendo a quien debía agradecerle todo. Pero si no fuera por el valor de este niño que estaba frente a él, nada de esto hubiera sido posible y aún tendría que batallar con un conejo en negación. Resopla con suavidad]
¿Entonces te gusta estar ahí? ¿Con todos ellos?
[De cierta forma quería escucharlo. Que había valido la pena que pasara por todo esto si al menos ahora era feliz. O tal vez sólo estaba tratando de justificarse para no sentirse tan culpable por hacerle pasar por lo que le obligó a hacer prácticamente]