[Si había algo que odiaba de vivir ahí era tener que compartir reportes con otros doctores. Y, claro, tener que ir a dejarlos personalmente, como si no hubiera enfermeras que se ocuparan de eso.
Pero no, joder, tenía que compartir sus apuntes con otro médico, uno de mayor experiencia, para que pudiera evaluar su desempeño como psiquiatra.
Su padre había sido quien habría propuesto al Doctor Cross como su evaluador por ahora, así que tenía que llevar sus reportes el mes para que ese borracho vividor los viera, como si tuviera la más mínima intención de revisarlos sin meterse con él de alguna u otra manera. Definitivamente a su padre le gustaba joderle la vida aún de esta forma.
Miró la puerta del despacho de ese infeliz, quien de alguna manera había conseguido la mejor oficina del lugar, decidiéndose a llamar de una vez por todas. Ya estaba, le dejaba sus escritos y se largaba, pues no quería escuchar nada más.
Sin contar que una inexplicable sensación de celos profundos se apoderaba de él cada vez que otro doctor miraba lo que escribía de sus pacientes. Masculla maldiciones por lo bajo]
Más te vale que estés disponible, estúpido bastardo.