[Su oficina se encontraba en la ala Norte del psiquiátrico, en el último piso y con una excelente vista hacía el denso bosque que rodeaba las instalaciones. Por lo menos le habían dado un buen lugar dentro de esa jaula.
Tomo a grandes sorbos el resto del contenido de su taza, apenas degustando el amargo sabor del café sin azúcar recorriendo su paladar. Se perdió en el paisaje unos minutos más, pensando en el basto mundo que deseaba recorrer, y en los pesados grilletes que le ataban a éste lugar.
Se retiró de la ventana y camino hacía su escritorio, cogiendo con la diestra los pulcros fólderes manila con las fichas de sus pacientes.
Él no era la persona más profesional del mundo, pero era de esos que cuando algo le interesaba difícilmente se apartaba hasta haber logrado su objetivo.
Y ese maldito psiquiátrico tenía un montón de gente interesante.]