*Caminaba por los pasillos cabizbaja y aprisa, lo más rápido que podía permitirse para no llamar demasiado la atención de las enfermeras. Conocía bien el camino hasta aquella habitación aún si lamentablemente, no le permitían visitarla con toda la frecuencia que a ella le gustaría.
Sabía que no estaba haciendo algo bueno y que si la encontraban probablemente la regresarían a su cuarto, pero sentía que aquellas cuatro paredes se la tragaban poco a poco. Cuando por casualidad escuchó a un par de señoritas enfermeras que el doctor estaría de visita en aquella habitación, no dudó ni un instante en acudir. Y es entonces, cuando se encuentra finalmente frente a la puerta de la misma, que se siente más relajada. Pronto estaría con ellos, no había nada que temer*