*Y ella aceptaba de igual forma su victoria. El calor del semen que acaba de derramarse sobre su vientre basta para hacer que ella también alcance el clímax, arqueando por completo su espalda de puro éxtasis. Le excitaba tanto que la usaran de esa forma y exprimirles hasta la última gota que guardasen para ella, que aún si no la hubiera tocado en absoluto habría logrado venirse sin remedio. Lo había extrañado tanto, que la sensación que obtiene es mucho más intensa que cualquier vulgar orgasmo habitual. Mucho, mucho más intensa.
Cae en la cama pesadamente cuando ya no puede soportar el peso de su cuerpo, sumado al del otro. Su pecho sube y baja notoriamente mientras su respiración aún tarda en normalizarse, pero sabe que aunque está agotada no lo cambiaría por nada; cosas como esta eran las que hacía que amase el sexo con toda su alma. Oyendo los jadeos del doctor y sintiendo cómo sus propios fluidos también resbalan por su cintura, estaba más que satisfecha.*