Sí, le encanta hacerlo. Pero no fue hasta más adelante que se le ocurrió la genial idea.
*La idea de expulsarlos a la fuerza. Ni siquiera sabe con exactitud cómo es que llegó a la conclusión de que podía llegar a librarse de ellos de esa manera, pero ahora de cierta forma se alegraba de que lo haya hecho. Así todos estaban mejor y más seguros.
Continúa el movimiento de su mano, gentil pero insistente, animada por los gemidos del otro mientras ella misma los acompaña con más.*
Haa... Ni siquiera podía estar cerca suya, no sea que le contagiara algo. Yo le daba mucho asco. Creo que por eso caí la primera.