Tsk. Puedo decirles que me mordiste en alguna sesión por alguno de tus ataques. Pero que luego pediste perdón y que estás perfectamente controlado con medicamentos.
[Le había mordido en uno de sus ataques después de todo, sólo que no del tipo de ataque que pensarían los otros]
Lo ocultaré lo mejor que pueda. Los doctores no solemos desvestirnos frente a otros y siempre traigo puesta la bata. Lo tuyo sigue siendo más difícil de ocultar.
[Así que pensaba pasarse el día en su cama y decir que estaba deprimido. Esperaba que ninguno de sus colegas le diera por aumentar la dosis de medicamento si pensaban que había recaído. Resopla]
Claro que será secreto, idiota. A menos de que la próxima vez que me veas sea en prisión o, peor, que me manden a otro lugar, ya no como doctor, sino como enfermo.
[Eso era lo que más le preocupaba. Que lo mandaran lejos]