[Se sobresalta notoriamente al sentir la mano del conejo sobre la suya. Cierto, no era la mano del conejo, sino de esa chica.
Le mira atentamente mientras le explica lo que Deak les hace, o al menos la idea en general. Aún no se imaginaba cómo era posible que un ego pudiera lastimar a los otros, mucho menos si permanecía dentro de la mente del pelirrojo. No creía que se hubiera descrito ese fenómeno antes.
Pero, curiosamente, escribir lo que le estaba pasando para añadirlo en un reporte. Incluso ella se había dado cuenta. Había sido descuidado e idiota]
Yo puedo ayudarles. Para eso se supone que estoy aquí.