[Idiota. Eso era lo que decía ahora, pero estaba seguro que tarde o temprano terminaría haciéndolo, cuando recuperara el sentido y dejara de pensar en Renge como su "otro yo". Vería que no había tal promesa. Y que no existía ese campo de flores.
Pero no quería pensar en eso. No por ahora. Ahora mismo sentía algo muy cercano a la felicidad. No sabía si era la euforia o si eran las hormonas sexuales que le hacían relajarse y excitarse por igual. Sentir a Alma enterrarle las uñas y aferrarse más fuerte a él sólo hace que se llene de una dicha que no esperaba sentir. Era simplemente incomprensible.
Aún mientras le embiste, no puede evitar insultarlo, porque esa era la única manera en la que podía comunicarse ahora]