Descuida que no me duele tanto, ya se me pasará. Sólo ve a decirles que pueden venir...
*Alza la mano con la que toca sus sienes, llegando a alcanzar uno de los mechones del cabello del doctor, para sobarlos con los dedos ahora que estaba cerca.
Ese muchacho era tan atractivo... Y pensar que había estado todo el tiempo ahí, tan a su alcance y que tenía que contentarse con sólo observar a través del pequeño albino. Aún así intenta poner mejor cara y volver a sonreír de nuevo, a pesar de que el doctor opinase que era una sonrisa de idiota. Ingenuo*