Mana siempre decía que debo caminar sin detenerme, hasta que llegue mi hora. Cuando pienso en esas palabras, me siento con fuerzas y dejo de estar asustado.
*Eran como su consuelo personal, el único que le quedaba. Dudaba que el doctor las entendiese o como mínimo, supiese darles el valor que para él tenían*
Ahora no tengo miedo, al menos en este momento. Sólo me asusto cuando... Cuando las cortinas se... Mueven.