[Apenas iba a reclamar por eso de que se metía a su habitación por las noches. Era imposible. Él se hubiera dado cuenta. Ese maldito idiota, seguía dándole escalofríos cuando se lo proponía.
Pero igual no puede pensarlo demasiado, mucho menos ponerse a analizar la situación cuando está a punto de correrse.
Por eso ni siquiera toma en cuenta la amenaza de que tendrá que decirle más después. A estas alturas no le importa nada más que su liberación.
Y eso hace, corriéndose en la mano de Alma sin poder evitar un gemido mucho más elevado que los anteriores, que seguramente se habría escuchado por todos los pasillos de no ser por la boca de su paciente acallándolo. Prácticamente se deja caer sobre el otro sin fuerza alguna mientras vuelve a mascullar maldiciones]