[No podía evitar sonreír para sí mismo. Pues el tener el control de la situación, no sólo mientras hablaban, sino mientras aumentaba la velocidad y podía escuchar los gemidos del que se suponía era su doctor de cabecera, era algo que resultaba excitante de muchas maneras.]
Quizá sí estás un poco mal de la cabeza. Mira que excitarte de esta manera con un paciente, ni siquiera yo lo hubiera creído.
[Lo más seguro es que Yu estuviera casi al punto, así que con la mano que tenía libre lo toma del rostro y lo acerca lentamente hacia él para alcanzar su cuello en donde da pequeñas mordidas. Pequeñas y realmente sin fuerza, menos de la que él quisiera, por aquello de las marcas.]
¿Y por qué no te rebelas contra tu padre? Así podrías haber hecho lo que quisieras. Ir a donde se te viniera en gana.
[Hablaba sobre su cuello, analizando el hecho que si Yu se fuera para siempre, el menos feliz con esa decisión sería él mismo, quien intentaba siempre hacerle recordar aquella promesa.]