[Aquí es cuando debería de decirle que adelante, que hacerle olvidar esa promesa era parte de su trabajo y que si lo hacía podrían dar al fin ese ansiado paso hacia la sanidad mental. Pero algo de él le decía que no podía hacer algo como eso.
No sabía por qué demonios, pero la sola idea de perder a Alma como paciente le molestaba.
Es decir, no era como el conejo, cuyo problema podía matarlo; o como Lenalee, quien de verdad estaba sufriendo. Alma parecía hasta feliz por tener esos recuerdos, por más frustrado que se sintiera a veces. Era un médico y aún así sentía pena por curarle. Maldición]
Entones quédate el tiempo que quieras. Sólo deja de tirar de la maldita sábana.