Pensé que ya sabrías que soy el médico del conejo y no un simple señor.
[Habla, aunque sin querer reclamarle nada en realidad, así que espera que su tono de voz no suene amenazante en lo absoluto. Ya parecía bastante asustado e incómodo para además hacerle temerle más. Aunque, claro, su tacto siempre ha dejado mucho que desear. Por algo así no le permitían atender a los pacientes más jóvenes, al menos sin supervisor. Tener a este niño era algo fuera de lo común, aún si era en el cuerpo del conejo]
¿Cómo te encuentras?
[La primera pregunta estándar. Así que tenía que cuidar sus palabras para cuidar los dedos del conejo. Qué jodido]