Tsk. Le diré a otro de los doctores que te vea en la siguiente sesión.
[De hecho, ha empezado a tachar notas, como si quisiera eliminar cualquier cosa que hubieran tratado en esos momentos. Lo peor era que no podía dejar de ver las flores, aún sobre las hojas que manejaba.
Pero es entonces cuando al fin se decide a verle]
¿Qué jodid-...? ¿¡Estás llorando!?
[No debería de sorprenderle tanto. Los pacientes lloraban, era parte de hablar con un psicoanalista y recordar cosas dolorosas. Tampoco debía de hacer preguntas tan estúpidas, pero, maldición, ¿de verdad le había hecho llorar tan sólo por negarse a seguir con la mentira?]