[No, no lo recordaba con claridad. Los recuerdos eran borrosos y cada que soñaba con ello veía las mismas cosas una y otra vez.]
Pues... yo tenía ese vestido extraño y... no puedo recordar tu rostro, pero llevábamos ropas parecidas, con distintivos en común, como si fuera un uniforme.
Ni siquiera puedo acordarme de mi rostro. Sólo sé que estaba ahí parada frente a los tallos secos de esas flores. Te pregunté si sabías qué flores eran y entonces te conté la historia de las flores de Loto.
Luego te pregunté si iríamos a verlas cuando florecieran de nuevo, aún cuando fuésemos un par de viejos... ¡y ahí fue cuando lo prometiste!
[Dice levantándose un poco del asiento mientras lo señala como acusándolo de haberlo descubierto. Jadea por lo rápido que ha hablado, pero ha contado tantas veces esa historia que ya hasta sonaba mecanizada.
Vuelve a sentirse frustrada. Cuando lo vio por primera vez, supo inmediatamente que era él, aunque no pudiera recordar su rostro en su sueño. ¿Por qué él no podía hacer lo mismo con ella?]