*Asiente lentamente, dejando que el sostenga su pierna y repita el procedimiento con la gasa. Otra herida más y en el mismo lugar que la anterior. Un escalofrío recorre su espalda y siente palidecer su rostro bajo la luz del despacho*
Por eso no debía quitármelos.
*Susurra, manteniendo la mirada en la gasa que adquiría ya un tono rojizo. En el sueño, ella también tenía algo en sus tobillos y estaba relacionado con los malditos zapatos de su visión*