[Entrecierra los ojos en cuanto siente la mano de Alma sobre su cabeza. Estaba bien, siempre y cuando no le diera por tirarle del cabello o por empujarle, porque entonces sí se enfadaría.
Pero mientras está así, aquello sólo hace que aumente el morbo. Mueve su cabeza, permitiendo que la erección se deslice dentro y fuera de su boca mientras aprieta ligeramente la base. Así era como se suponía que se hacía.
De pronto se pregunta qué tanto soportará Alma, si de verdad tenía experiencia al menos tocándose a sí mismo como para no terminar repentinamente. Y, claro, espera que tenga la delicadeza de advertirle cuando estuviera a punto de terminar]