*Se sobresalta con ese grito, permaneciendo inmóvil. Tal vez la imagen de sí mismo llorando a mares no fuera muy agradable, pero tampoco tenía por qué gritarle.*
¿Qué deje de hacer qué? ¡No lo hago porque quiera!
*Eso es lo primero que piensa y le devuelve el grito tratando de defenderse, hasta que luego por alguna razón, se da cuenta que aquello era más bien un intento de que se calmase, aunque fuera una forma sin ningún tipo de tacto. Era Kanda después de todo, la delicadeza y él no se conocían en absoluto*