[Jala otra toalla del estante que tenía enfrente y se la pasa tratando de no detener mucho la mirada en el cuerpo del otro. Era obvio que el morbo había aumentado de unos años para acá, así que ahora que lo tenía desnudo frente a él le costaba un poco despegar los ojos de ahí.
Pero después sonríe pensando en la escena que nada tendría que envidiarle a las veces que lo ayudaba a secarse cuando eran pequeños. Independientemente del morbo que le causa el pensar en sentir sus manos secando su cuerpo, es feliz pensando que las cosas se hubiesen dado de esta forma.
Al menos el gran peso que sentía llevar encima había desaparecido y el arriesgarse tenía sus recompensas.]
¿Necesitarás ayuda con tu cabello? No sé cómo es que tienes tanta paciencia para secarlo y arreglarlo diariamente.