Pero sólo son unos fideos cocidos... ¿no te saben rancios?
*Ignora descaradamente la petición de que se fuera. Si algo ha aprendido en todo este tiempo, aparte de aceptar el mote que Kanda tan cariñosamente le había puesto, era que si quería llegar a tener algo con él no debía tomarse tan al pie de la letra lo que decía. Y precisamente ahora quería jugar con él, también le prometió a Lenalee que lo convencería por mucho que se resistiera.
Se sienta frente a él en el banco, cruzando los brazos y guarda silencio sólo mirándole mientras come, haciéndole también una señal a Lenalee para que hiciera lo mismo. Tenían que esperar al momento adecuado para hacerle la proposición que querían.*