*Exclama cuando logra alcanzar por fin al otro niño y vuelve a salir corriendo antes de que volvieran a pillarle.
Ya habían pasado algunos días desde aquella noche de tormenta y ya que ninguno tenía que ir de misión esta vez, decidieron salir afuera para estirar las piernas. Para eso y para jugar otra vez al pillar, claro. Sobre todo porque el pequeño japonés ya no se oponía tanto cuando le pedían que los acompañase.*