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[Termina de reaccionar, y te sujeta de los hombros dandote una sacudida brusca.]
¡¿Puedes calmarte, Oz Vessalius?! ¡Contrólate de una vez! No te das cuenta, ¡pero estás diciendo un montón de cosas sin sentido! y además, este lugar es sospechoso, si sigues gritando así atraerás quién sabe a qué.
Y si no te detienes ahora tendré que golpearte para que vuelvas en sí.