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Aquí no hay más ilusa que tú. ¿Para qué crees quiero ganar ese maldito juego en primer lugar? Dios mismo esta poniendo en mi mano, la pistola con la que voy a matarlo.
[No titubea, pero comienza a sentir como su chaleco se humedece con la sangre de la herida en su costado, pero en lugar de sujetar su herida, guarda nuevamente le diario en su bolsillo, dejando la mano ahí.}