[No, no se aparta, aunque le cuesta mirarte. Suelta aire algo temblorosamente, buscando recuperar la compostura. Se supone que debería estar reconfortándote a ti, no del otro modo-- eres tú quién estaba triste y enojado, no sabe cómo terminó así.]
... Sí. Y tú eres Canuto. [Cierra un poco los ojos, apretándolos.] Merlín, debí haberlo sabido.