Como esperaba, pese a ser un brazo delgado no era tan suave como uno femenino. El jalón lo tomó por sorpresa pero no le molesta. ¿Estaría nervioso? ¿Sería algo torpe? Oh, qué era esa extraña palabrería... Ah, el jardín (?). En general, los invitados masculinos solían elegir ver las reliquias. Entonces, ¿realmente era una dama? Es decir... vamos que si hasta habían intentado postular a un caballo cuando el principe del reino vecino había organizado el banquete para buscar esposa...
—¿Entonces, princesa, le gustan las flores o la jardinería? —preguntó mientras le escoltaba fuera del recinto; un poco nervioso porque luego no estaba seguro cómo empezar a preguntarle sin sonar grosero.