EL DIABLO.
[La mujer no ha... no, eso no es precisamente cierto. Ha cambiado. El cabello un tanto más corto, la expresión algo más resguardada. Echar raíces le han enseñado una nueva clase de paciencia.
La sonrisa es la misma, al menos.
El mismo giro de la cabeza, el mismo vaivén de sus caderas cuando se detiene y cruza sus brazos, la larga franja de piel que deja su escote la única piel que está dispuesta a descubrir.]