[Y es cuando la distancia de sus rostros vuelve a ser algo ínfima, que repara en que la claridad con la luz nocturna que logra colarse por la ventana del cuarto acompañada de la luz de la lámpara del interior le otorga a tu rostro un matiz diferente, uno todavía mucho más fino y familiar.
No puede ser que realmente estés ahí. Totalmente desiste en el último momento de besarte.] ...¿Okita?