Ah, pero es que no hay palabras para poder describirla con justicia. Incluso cuando su belleza intoxicante es sólo una pequeña parte de lo que me ha atrapado por completo, me temo que me ha hechizado con todos y cada uno de sus gestos. Desde la el ligero fruncir de su cejo cuando muestra descontento, hasta la ligera forma que curvan sus labios en un mohín casi inexistente. Ah, pero aún más adoro las tenues arrugas que se forman por sus ojos cuando muestra una sonrisa sincera, aún cuando trate de esconderlo detrás de la manga de su kimono.