[No puede evitar ruborizarse un poco y te regresa la reverencia ligeramente, mirando de reojo a las personas que van saliendo de la habitación, recordándose el mantener las formas aún. Siempre le ha costado trabajo contener sus emociones en tu presencia, incluso con todo su entrenamiento para dominar la espada. Tú simplemente te metes bajo su piel sin esfuerzo.] Claro, por supuesto. Jamás me atrevería a presumir lo contrario.